Qué hundidos ojos, qué mirada, amor,
en tu espejito ves un monstruo, tú,
no es lo de fuera tu preocupación,
es todo el resto, toda tu inquietud.
Se cuenta entre amigas como es el amor,
mas cuando lo hacemos sólo somos dos,
y la experiencia, ¿sé o no sé?.
La vez primera puede defraudar,
decías “despacio” y yo pensaba en mí,
dudabas incluso si eras frígida,
decías tan sólo vete ya de aquí.
Tuviste una crisis, fue porque
tu fuiste una niña con tu ineptitud,
no es como ayer te imaginabas tú.
Somos dos,
dos corazones, tú y yo,
dos corazones sin domar,
tú ciertamente me odiarás.
Mi vida, déjalo,
porque si me mentiste un día
diciendo que eras sólo mía,
lo habías hecho ya…
… y en cambio, yo…
Si quieres ir al centro a pasear,
un escaparate te descubrirá
que ya las uñas no te comes tú.
Comprenderemos de repente que…
que no es un problema de virginidad,
que se es más mujer si se ha perdido ya,
mas lo que hiere de verdad es crecer.
Somos dos,
dos corazones, tú y yo,
dos corazones sin domar,
tú ciertamente me odiarás.
Mi vida, déjalo,
he estado atento, y cómo no,
no somos únicos, amor.
Mi vida, dímelo,
(esa juerguista ¿dónde está?,
la que el escote me enseñó,
la que me provocó.)
Miremos bien ese calendario,
no te habrás quedado, verás,
un simple retraso, te muerdes el labio,
si es una alarma ya no lo hago más, oh…
Somos dos
dos tempestades, tú y yo,
a casa te acompañaré,
te echo de menos, ven, oh… si… eh…
.
Llámame,
me encerraré en mi habitación,
me comeré el teléfono,
y nos reiremos tú y yo.
Ahora somos dos,
dos tempestades, tú y yo,
hasta budista yo me haré,
y te complaceré…
por ti… lo haré… ohhh…